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UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Juan Camilo Lopera no es un recluso más en Colombia, es un ser humano capaz de afrontar los errores y sobrevivir a las adversidades.

 

“Cuando era pequeño era hiperactivo, me costaba mucho estudiar y obedecer en mi casa”.  Juan Camilo Lopera es una persona muy tranquila, con una voz entre cortada, pues es gago debido a que en su infancia comía constantemente limón con sal. En sus 24 años de edad, ha sido una persona según su hermana que no ha tenido un rumbo fijo y que ha cometido muchos errores que han marcado su vida.

 

En el tono de su voz expresa mucha tristeza y angustia, pues dejó de vivir en el barrio Manrique donde creció, para vivir en el Centro Penitenciario Bellavista, debido a la mala toma de decisiones. 

 

Desde  pequeño los médicos le dijeron a su madre que el niño era hiperactivo y eso produjo efectos negativos en su conducta tanto académica como familiar y personal.  En el colegio Juan Camilo solía pelear mucho con los profesores y compañeros, lo que generó que perdiera varios años y que solo cursara hasta séptimo grado. “En mi casa a mi mamá no le importaba lo que yo hiciera y por eso fue que yo me salí de estudiar”.

 

 

Su familia luchó para que este joven pudiera salir de ese lugar y empezar una nueva vida, sin embargo su tía fue la que siempre estuvo pendiente de su desarrollo y de alguna manera ayudaba desde su rol a enderezar su camino.  Él es una persona tímida, solitaria, pues a pesar de haber vivido con su mamá, abuela y hermanos, nunca sintió el apoyo y el afecto de estos;  su padre murió cuando apenas había nacido y nunca tuvo esa figura paterna en quien apoyarse, ni la suficiente autoridad.

 

Nunca tuvo una  novia, prefería estar con los amigos en la esquina y así empezó a cambiar su vida. La religión nunca fue de su agrado, sin embargo, por una época decidió asistir a una iglesia cristiana para ver si podía encontrarse con Dios y cambiar su vida, pero fue en vano. “La influencia de los amigos es algo muy fuerte y muy difícil de controlar y él siempre fue de esas personas que pone por encima a sus amigos que a su familia”, expresa su hermana.

 

Entre una de las tantas cosas de las cuales se arrepiente, es de ser tan grosero con su abuela. Algo que nunca olvida es que un día después de una discusión con su abuela por un mandado que este se negó a realizar, se llenó de rabia y la tiró al piso.  También recuerda que muy pocas veces amanecía en su casa, siempre se quedaba en fiestas o en cosas que prefiere omitir.

 

Después de un tiempo siguiendo la misma vida, su madre decide tomar cartas en el asunto y le propone que si vuelve al colegio, le regala una moto. Atraído por la propuesta, acepta entrar de nuevo a estudiar pero en el instante en que su madre le da la moto, este se retira y su madre pierde cualquier autoridad sobre él, alimentando, en cambio, su nueva vida.

 

Su familia ahora se siente culpable, ya que a pesar de haber sabido lo que él estaba haciendo, no se tomaron medidas para evitar las consecuencias. “Yo también tuve muchos errores, crecer sin papá no es fácil, quede embarazada a los 19 años, pero pude salir adelante. Me duele mucho que él no haya podido”, afirma su hermana.

 

Estando en la Cárcel de Bellavista,  su forma de ser ya no era la misma. Se volvió una persona más tranquila, sin embargo debía ser malicioso, pues sobrevivir allí no es algo fácil y mucho menos teniendo en cuenta que su familia no estaba mucho con él.  Las visitas en ese lugar no son nada fáciles, para sobrevivir adentro se necesitaba dinero que él no tenía, pues nunca ha contado con muchos recursos económicos.

 

No le quedó más remedio que empezar a estudiar desde la cárcel, pues decidió empezar a cambiar su vida desde ese lugar. Cada semana su familia consignaba en su cuenta, en la cárcel algún dinero que les hubiese sobrado para que  pudiera pagar algo de sus gastos.

 

Él solo le pedía a dios poder salir pronto y vivo para reorganizar su vida y no volver a cometer los mismos errores, intentaba portarse mejor para poder rebajar su condena y volver a su casa; ese buen comportamiento, sus oraciones y las de su familia, y los problemas carcelarios, como el hacinamiento hicieron que Juan Camilo volviera a su hogar, con medida de aseguramiento, pero acompañado de su familia, en Julio de 2014, aunque su comportamiento cambió notablemente según dice su madre, en ocasiones sale de su casa en Manrique a Belén donde su tía y otros lugares de la ciudad, arriesgando que lo vean y alejen de su familia otra vez por incumplimiento al arresto domiciliario.

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